… Y me contestaste, y fue increíble hablarte una vez más, fue increíble la sorpresa, comunicarse… Y partes diciéndome “Gracias”, partes halagándome una vez más, partes dejándome un poco sin palabras, sin dos menos, me dejas sin el “de nada”, pues automática atino a agradecerte también… Te escuchaba y casi no lo creía, llena de nervios, un poco avergonzada, no sé de qué ni por qué, pero lo estaba, al igual que estaba confundida, pues mi poca costumbre me impide entender que me digas tanto, me impide sentirme libre de sentir… Me muestras algo, qué sé yo qué es, pero es y ya!.. Te prometo que no entiendo mucho aún, te prometo que haré el intento de entender, te prometo que no prometeré más que intentaré, te juro que lo haré, entenderé y me será aún más fácil imaginarme un abrazo tuyo, y me será más fácil querer lo abstracto, desear lo abstracto… Y así, pasaron minutos y minutos. Me sentía querida, admirada, honrada, me sentía como hace tiempo no me sentía, como soñaba que fuera… Me sentía también apoyada, acompañada por alguien que confiaba en mí, alguien que viviendo días oscuros y grises, miraba el suelo con recelo, y hoy hallaba en mí la confianza para mirar el horizonte... Alguien que al mirar mis ojos en una foto se sentía capáz de creer, alguien que justamente como yo, quería y necesitaba creer… Alguien que, justamente me hace bien…
Nunca creí en un destino, pero si has de creer tú en él, te digo, el destino no halló otra mejor forma y te puso un poco más de donde no puedo llegar por mis medios…
“… no me gustan tus halagos, me encantan…” y hubo silencio. Ese silencio que siempre nos acompaña, pues habla con nosotros cada vez que necesitamos escuchar lo que dice nuestro corazón. “… ¿Venis vos o voy yo?”… no me importa quien venga o quien vaya, yo iré cada vez que pienses en mí, y tu vendrás a mi lado, cada vez que aquí te quiera, para que digas mi nombre, que tanto me gusta escucharte decir… Sos lo que esperaba, pues “llegaste en un buen momento”… Otro silencio…
Y no me acordaré de tí por un minuto ni por dos… Te prometo que tampoco serán tres.
Nuevamente, gracias a vos. Que me has dado tanto cuando yo he dado nada. Gracias por hacerme sentir que sí puedo creer en mí, que puedo creer también en ti. Gracias por darme ese aliento de pureza que tanto faltaba en mi vida, pues te juro por el amor que siento, que lo que me das es puro, así lo siento, tan quitado de interés, tierno, tan… no sé…
… y me encanta que me hagas reir ¿Telo dije? Pues entonces ahora te lo digo, son mis nervios, es la sorpresa, es mi alegría, mi asombro, tu voz y tus palabras perfectas en el momento preciso lo que me hace reir… Y fue así, como te dije, me fui caminando, fumando un cigarrillo, sonriendo como si te tuviera en frente, sonriendo de alegría, porque me hace felíz que un poco de mí te sirva… Que te ayude un trozo de mí, es un regalo hermoso, tan hermoso como dices que son mis ojos…
Dedicado.
1 comentario:
Mis humildes palabras señor... Es mi granito de arena, mi detalle para marcar la diferencia...
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