I… Del lamento.
Esa tarde mientras escribía pensaba en qué hubiera sucedido si el plan de la noche no le hubiera resultado. Pensaba en que si tuviera que medir el riesgo que tomó lo hubiera calificado en un seis punto siete y, en que si lo volviera a hacer se empeñaría en que fera un siete punto cero. Era ella una soñadora empedernida, es más, esa misma tarde, horas antes de acostarse a escribir había tenido su último sueño, donde totalmente ajeno a la realidad, logró este sueño darle más satisfacciones como ningún hombre se lo había dado en los últimos meses. Despertó atónita, desubicada de tiempo y especio y queriendo a morir un cigarrillo en sus delgados labios.
Eran sus primeros días en su cuna, lego de un extenso viaje de placeres que la mantuvo ocupada y lejana por más de un mes. Le era todo tan vago pero no le era extraño. Ya ni el contacto con la contaminada capital le corroía, se habia hecho tan inmune con lo que habia vivido hasta el momento, que ya nada era suficiente para alarmarla.
Semanas atrás había oído una historia que le contaba “orgullosa” su amiga cursante de leyes. Una larga historia con tanto sufrimiento como injusticia y dolor del puro y cruel. En cortas frases, un chico que cometió el delito de quemar su hogar al intentar suicidarse intoxicado con gas ¿Por qué? Por la culpabilidad que sentía ser al homosexual y lo que es más, por haber sido ultrajado durante años por su padrastro “pastor” y a sabiendas de su madre. Casi tétrico, casi morboso y extremadamente crudo. La amiga fue parte del caso, logró el chico ser “inocente” del delito y la amiga logró satisfacer su necesidad de “venganza”.
- Por lo visto tienes en la sangre esto de ser defensora. Una pena eso sí, pues tendrás que defender casos en los cuales sabes que el acusado es real culpable; de violación a un menor por ejemplo.
- … amiga, no sabes cuanto coraje me da pensar siquiera en eso, ojalá me toque en el momento de mi vida en que esté preparada, con expericia para defender a un conchas de su madre así, pues de sólo imaginar que un hueón le hiciera eso a uno de mis hermanitos… te juro amiga que me paso toda la ley por la raja y tomo venganza por mis manos.
Y seguía pensando ella… cuantos casos no han de haber así en el mundo, cuantos peores que aquel del chico homo, y donde no es inocente quien debe serlo, donde la ley no logra ser ley sino injusta decisión, y donde terminan pagando justos por pecadores... Era un tema que a veces hasta le avergonzaba por ser humana, y tener la capacidad de pensar igual y quizás peor que un “delincuente profesional”.
II… Sobre el verdadero muro.
En el pueblo donde tenía todas sus pertenencias y donde habia llegado en realidad, se encontraban sus “amigos”, donde para hacer esto mas compacto, se enconctraba el chico que le hacia sentir las clichés mariposas en la guata. Andreu era el chico que tocaba la guitarra como dioses según ella y quién la había acompañado de día y noche en su mente durante los ultimos meses. Ésta aficion por el instrumento perfecto de las seis cuerdas no provenía del chico del pueblo sin embargo, pues venía de un lugar mucho mas cercano a ella. A sólo cuarenta minutos de su cuna, donde golpean fuertes y cálidas las olas en las rocas. Ahí, donde la noche noche se duerme y se olvida de despertar, y deja que la luna en su regazo guie a los plebeyos en su juerga. Era en ese nido de trobadores donde había nacido su amor por el instrumento, lo que es más, por entregarse de lleno a su pasión y a decidirse por perseverar en ella contra viento y marea. El tema era, que luego de un millón de lágrimas derramadas y de decenas de noches en vela, había comprendido el mensaje, y hoy día se dedicaba más que a sobrevivir, de lleno a vivir. Y en ello se hayaba, haciendo alusión a las remembranzas de tiempos aquellos, en donde su asombro llegó al climax...
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